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Adherimos al aprendizaje de
la filosofía como proceso sujetivante, multideterminado, en el que participan
dimensiones que lo potencian o restringen porque la noción de racionalidad pasa
por la capacidad de aprender. La
racionalidad consta en la capacidad de aprendizaje, que se manifiesta como la
posibilidad de cuestionarse a sí mismo lo que se tenía por firme, como sujeto.
Aprender es un proceso “subjetivante”
resujetante. Aprender filosofía es un proceso de afectación y desafectación, (filos), en cuanto al saber, (sofia) . Por lo tanto cuando aprendemos nos tornamos autores de nuestros
pensamientos, con capacidad para pensar nuestra autoría. Entonces la autoría nos da
autonomía de pensamiento y libertad: construir
un pensamiento implica construirse. El pensamiento se construye para poder comprender el mundo y en esa construcción
el sujeto se adapta y se desarrolla. Pensamiento y construcción subjetiva de sí mismo, van a la par. El pensamiento se hace apto para el mundo adoptando el mundo como su
campo de despliegue. La subjetividad se constituye en la colectividad. Así lo concibe el
marxismo, cuando afirma que las condiciones
materiales de la existencia encuentran en la conciencia de los hombres
su expresión. Las prácticas sociales cotidianas engendran dominios de saberes
que hacen aparecer nuevos objetos, conceptos, técnicas y sujetos Foucault
(1978)[1].