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La eclosión del género paisajístico europeo es más lento que la aparición de éste en
China, y de instauración más compleja. Nunca fue considerado como género propio, hasta
que los holandeses lo desarrollaron en plenitud, en el siglo XVII. endremos que esperar bastante para que el paisaje merezca la atención
exclusiva de los tratadistas de arte, ya que los primeros ensayos sobre este tema en
exclusiva, no son anteriores al siglo XVIII. Arnaldo nos comenta que “En los tratados de
pintura el género del paisaje ha ocupado tradicionalmente un lugar indeciso, de condición
opinable, e incluso indefensa, necesitada de atribuciones precisas que facilitaran la
equiparación del paisajismo con la pintura de tema.”421
Otro aspecto acerca de la dificultad de ubicar correctamente a la pintura de paisaje,
además de la negativa a ser entendido como género independiente y la escasa literatura al
respecto, es que tendríamos que comenzar por definir qué entendía el occidental
exactamente por naturaleza. Para ello hay que remontarse a la imagen que de ésta ha
proyectado la religión cristiana, y que tanto ha influido en la percepción de la misma.
González Linaje, 227
La eclosión del género paisajístico europeo es más lento que la aparición de éste en
China, y de instauración más compleja. Nunca fue considerado como género propio, hasta
que los holandeses lo desarrollaron en plenitud, en el siglo XVII. endremos que esperar bastante para que el paisaje merezca la atención
exclusiva de los tratadistas de arte, ya que los primeros ensayos sobre este tema en
exclusiva, no son anteriores al siglo XVIII. Arnaldo nos comenta que “En los tratados de
pintura el género del paisaje ha ocupado tradicionalmente un lugar indeciso, de condición
opinable, e incluso indefensa, necesitada de atribuciones precisas que facilitaran la
equiparación del paisajismo con la pintura de tema.”421
Otro aspecto acerca de la dificultad de ubicar correctamente a la pintura de paisaje,
además de la negativa a ser entendido como género independiente y la escasa literatura al
respecto, es que tendríamos que comenzar por definir qué entendía el occidental
exactamente por naturaleza. Para ello hay que remontarse a la imagen que de ésta ha
proyectado la religión cristiana, y que tanto ha influido en la percepción de la misma.
González Linaje, 227